 
 En realidad, el Amo es el esclavo de la esclava, pues depende de que ésta acepte someterse a los sevicios que lo excitan. Cuando uno llega a comprender esta realidad paradójica, ya no tiene por qué avergonzarse de ser esclava.
(Vanessa Duriés, La atadura)   


 
 
 
 
 
 
 
 
 
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