Vergüenza de mi misma, por comportarme como una mentirosa, por ocultar y negar ante la evidencia cosas que están ahí, por engañarme a mi misma y por engañarte a ti. Por hacerte sentir humillado y menospreciado, por decir que si y seguir que no, por no aprovechar las oportunidades que me brindas para arreglar las cosas, para evitar tu sufrimiento y el mio. Por seguir en mis trece demostrando lo poco que valgo, por comportarme como si no me importaras y no te quisiera, por no reconocer la verdad, lo evidente, lo que sabes y yo creo que no sabes, por echar a perder lo que me importa, por comportarme de cualquier forma menos como tu sumisa y como persona honesta, por no mostrar mis sentimientos y demostrarte que es lo que me importa. Por hacer las cosas a mi manera y mal hechas, haciendo daño y más daño, por no saber comportarme como alguien responsable y consecuente con sus actos.
He roto algo, he traicionado tu confianza, no he sido honesta contigo y te he engañado en tu propia cara.
Ahora me toca ser consecuente con mis actos, tragarme dolor y lágrimas porque así lo que he querido con mis actos, así lo he decidido y así lo haré.
No quiero dar pena, nunca lo he hecho, y si me he mostrado ha sido por arrepentimiento y no buscando el perdón a través de la lástima. Así lo sentía en ese momento.
Desde aquí, te pido perdón, una vez más, igual ya es tarde y no vale de nada, pero no quiero ni puedo rendirme, no porque si me rindo me muero.
Y creemé...Te quiero.
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